El rencor y la culpa son emociones que viven como consecuencia de un exceso de foco en el pasado, afectando al presente, impidiéndonos avanzar
bloqueando nuestro desarrollo personal y profesional, llevándonos a tomar decisiones equivocadas.
Cuando no podemos perdonar o perdonarnos nos enjaulamos a nosotros mismos, vivimos aferrados al enfado, a la ira, a la negatividad, a la inseguridad, a la desconfianza, endureciéndonos ante la vida, en este estado nuestro cuerpo libera las mismas sustancias químicas del estrés, lo que nos provoca múltiples molestias que se reflejan en nuestro cuerpo en forma de contracturas musculares, dolor de cabeza, tensión en mandíbula, incluso afectando a nuestro sistemas digestivo, cardíaco o inmune.
Vivir con resentimiento es vivir en estado de emergencia.
El perdón empieza con la aceptación de lo que ha provocado el conflicto.
El perdón no consiste en negar ni olvidar lo ocurrido, siendo un acto de aceptación y equilibrio que permite liberarnos de emociones que nos debilitan, como la rabia, el odio, el deseo de venganza, la vergüenza, el rencor, heridas que al soltarlas nos lleva a la solución de nuestro dolor interno.